Señoras, señores, entrañables y fieles lectores de la blogósfera, tengo el
HONOR, la
HUMILDAD (?) y la
ENTEREZA de anunciarles que esta es la última reseña del ciclo
VxD. ¡Y pensar que el año pasado a esta altura estaba subiendo
una de Miyazaki! De todos modos, debo decir que si de películas que nos marcan a fuego se trata, este año no voy a ser menos y como la ocasión lo amerita, los pondré en conocimiento de lo que para mí es, hasta el día de la fecha...
LA PEOR PELÍCULA
QUE VI EN MI VIDA
Todos tenemos esa película que defenestramos con orgullo, la mía es Patolandia Nuclear (ya el título adelanta el cataclismo), la completa aversión al buen gusto, el epítome del cine de funcionamiento mental límite, la última feta rancia del séptimo arte.
Para empezar a entender esta vesícula llena de pus (infantil) tenemos que tener presente que la acción se desarrolla en una colonia de vacaciones y que ¡AL LADO! hay una central nuclear. Sabiendo esto, podemos pasar a conocer a los héroes del film (si por héroes entendemos a dos engendros antropomorfos con absolutamente nada de libido y cuyas metas en la vida son cantar y que los niños duerman felices):
El Pato Carret (tomando café y/o siendo empomado)
Y Laurita (que vendría a ser la rubia desabrida que porta sombrero)
Haríamos mal en olvidarnos de los niños: el Gordo, Pupi y Chichín.
¡Mirá si fuera un pancho!
Juntos se embarcan en mundo lleno de ilusiones, fantasía y travesuras, y cantan canciones como la del marinerito:
El timón de bizcochuelo,
la cubierta de turrón,
el velamen (!!!) de panqueques,
sin torpedos,
sin cañón.
O sino otras mucho más simples:
Es Patolandia, es Patolandia
el programa feliz,
para cantar, para jugar, para reír.
Vamos juntando datos: canciones alegres, un niño afroamericano en el reparto, referencias a la felicidad y a la paz, una central atómica de por medio... Si a todo esto le sumamos que la película es de 1978, empezamos a adentrarnos en un terreno un tanto turbio. Y más cuando Laurita le dice al Pato que está bueno que los niños canten, así, mientras se ríen, "no piensan en cosas malas" (WTF!)
En fin, bueno... acontece que llegan tres maleantes a la colonia, porque claro, una película no se sostiene con cánticos y globos de helio. La nota de color, la genialidad a raíz de la cual seguramente el guionista estuvo dándose besos frente al espejo durante veinte minutos mientras se jadeaba a sí mismo frases amatorias es que el malo es...
Ledface? Cablemán?
¡No! ¡Es el mismo actor que hace del "bueno"! Cuestión que en un ejercicio de descollante versatilidad actoral el "malo" (que se llama Morgan) nos informa que necesita llegar a la central nuclear para "apoderarse de uranio".
¿Y para qué quiere uranio un simple malechor? ¡Pues para convertirse en el superhombre!
¿Qué diría Nietzsche?
La historia continúa con que Morgan se hace pasar por el Pato y finalmente logra su objetivo. No me acuerdo bien cómo, pero era de una manera del todo pelotuda... algo así como que el que cuida la planta le da la llave porque piensa que es el bueno y como confía en él, le permite acceder a los reactores, porque es lógico que el uranio es inmune a la bondad y viceversa, con lo que nada atroz podría ocurrir.
Ah, me olvidaba que antes, el jefe de la planta nuclear le da una visita guiada a los pibes y el espectador se come el garrón de escuchar una sarta de datos inútiles sobre los átomos. Lo que sí queda clarísimo porque lo repiten una y mil veces es que le energía nuclear "ES PARA LA PAZ".
El malvado Morgan va adonde tiene que ir y encuentra las instrucciones (cuidadosamente ordenadas en una carpeta Nº3 como se estila en toda planta nuclear) para poder colocarse la pila de uranio.
Y cuando lo logra la gente exclama:
¡Es el hombre más fuerte del mundo!
Seguramente lo dicen porque el uranio le permite a Morgan hacer cosas que antes no podía, como saltar o arrancar fierros:
Yeeeeah.
Die, canaleta, die!
¿Cómo termina este thriller descomunal?
Pasan DOS cosas que son fundamentales para el desarrollo de la trama: la primera es que al malo... SE LE CAE LA PILA.
¿Ah?
Y lo atrapan.
La segunda es que... TODO ERA UN SUEÑO.
EEOOGGH!!!
Así que sí... una hora y media para que todo sea un sueño.
Ya en la vida de vigilia todos festejan y creo que llegan los reyes magos para la felicidad de los niños, que cantan y hacen esas cosas que caracterizan a toda persona feliz.
Más o menos de eso va la peor película que vi en mi vida.
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Infinitos píxeles de gracias a todos los que alentaron el ciclo y lo difundieron en sus respectivos blogs, webs o redes sociales, a los que alentaron, a los que rieron y también a los que lloraron sangre. Para los entusiastas, les informo que el VxD va a seguir pero no en forma de reseñas (ni de alfajores)
Por lo pronto, en lo que a películas malas respecta no tengo más para decirles que...